Categoría: Comunidad Educativa.
«Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta para conjurar sus riquezas: pues para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente».*
Usted no lo sabe, pero hace tiempo que le observo. Arrastra los pies al llegar, tal como lo hará al marcharse. Se deja caer con desgana sobre la silla. Suspira. La mirada perdida y el cuerpo vencido hacia delante. Una mano sujetándole la frente y la otra, con las yemas de los dedos tamborileando con monotonía sobre el pupitre.
No logro recordar cuándo fue la última vez que le vi sonreír.
Nunca fui bueno dando consejos, mi joven amigo. Sólo soy un anciano profesor que presiente el olvido que seremos y que cada mañana, al mirarse en el espejo, sigue viendo al niño que fue y se pregunta qué ocurrió.
Pero hablemos de usted. ¿Sabe ya qué hará con su única, libre y maravillosa vida? Dígame, ¿en qué le gustaría ser grande?
Abra bien sus oídos. En la vida no todo debe salir bien. Ser feliz nunca fue un cielo sin tormenta. Las dificultades le harán crecer. Atrévase a hacer de su vida algo íntegro, racional, bueno.
¡Son tantas las cosas que da usted por descontadas! Ropa limpia, medicinas, quien le espera para cenar. El olor a tierra mojada, el sonido de la lluvia, un buen libro. Gorriones que alimentan a sus crías. Pasear por un parque en el que ríen niños. Todo esto es el universo, joven. Y está al alcance de sus manos.
Aprenda a mirar con nuevos ojos. Explore. Sueñe. Descubra. No pierda nada de nuestro tiempo. Tal vez los hubo mejores, pero este es el suyo.
Recuerde que somos cicatrices, pero también polvo de estrellas. Y sonría usted siempre. Es la única cura para el dolor. Aunque piense que la batalla está perdida, luche hasta el final, pase lo que pase. Porque la vida vale la pena vivirla.
– Y ahora…, dígame usted, profesor -y aquí el granuja me desarmó-, ¿qué puede hacer un poeta sin dolor?
* Rainer Maria Rilke

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