Comienzo de la novela "La sombra del viento" De Carlos Ruiz Zafón

Comienzo de la novela "La sombra del viento" De Carlos Ruiz Zafón

Edu García

26/02/2014

«Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.

Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie – advirtió mi padre -. Ni a tu amigo Tomás. A nadie.

¿Ni siquiera a mamá? – inquirí yo, a media voz.

Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombra por la vida.

Claro que sí, – respondió cabizbajo -. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo.

Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. La enterramos en Montjuic el día de mi cuarto cumpleaños. Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda la noche, y que cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó voz para responderme. Seis años después, la ausencia de mi madre era para mí todavía un espejismo, un silencio a gritos que aún no había aprendido a acallar con palabras. Mi padre y yo vivíamos en un pequeño piso de la calle Santa Ana, junto a la plaza de la iglesia. El piso estaba situado justo encima de la librería especializada en ediciones de coleccionista y libros usados heredada de mi abuelo, un bazar encantado que mi padre confiaba en que algún día pasaría a mis manos. Me crié entre libros, haciendo amigos invisibles en páginas que se deshacían en polvo y cuyo olor aún conservo en las manos. De niño aprendí a conciliar el sueño mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las incidencias de la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido aquel día… No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su calor ardían por cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los ojos y le hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese. A veces, mi padre me escuchaba desde el comedor y lloraba en silencio.»

No se si es el inicio que más me ha impresionado pero si la que recuerdo que me enganchó desde el principio para leer casi de un tirón esta aventura en la Barcelona de posguerra.

El inicio tiene todo para crear interés e intriga. Empieza con un lugar cuyo nombre arrastra al lector a interesarse por tan misterioso establecimiento, arropándolo con una breve descripción del ambiente adecuado para llegar a dicho Cementerio y que con precisos adjetivos pone al lector en camino hacia la aventura. También esboza la relación padre hijo bajo la ausencia de la madre fallecida. Introduce un ambiente familiar aparentemente sencillo en el que los libros son fundamentales en la vida del solitario muchacho lo que enlaza con el inquietante lugar al que se dirigen al principio. Se recrea ligeramente en la ternura del recuerdo por la madre perdida y pone un punto de compasión mutua de los dos seres con los que tenemos que seguir leyendo para saber más de sus vidas. Nos ha presentado los ingredientes suficientes para tentarnos a probar su relato. 

La lectura de este libro sucedió casi sin pausa y sinceramente creo que en poco más de la primera página se fraguó el flechazo. 

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