La luz entraba por aquel ventanal, dejé la pluma encima de aquel folio frío y vacío y bajé la persiana. Volví a mi lugar preferido, a mi pequeño taller de escritura, cómplice de mis fantasías, tan irreales como absurdas, lejos de la cruda realidad.Al volver una inmensa sombra me detuvo. Cogí mi pluma y comencé a escribir sin filtros, la brisa de mis emociones más ocultas soplaba como un torbellino, me sentí libre. Ese día comprendí que no debemos esconder las sombras, la vida tiene dos caras…
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