Cuando finalizó el taller de escritura me anoté en el de cocina. Fui la primera en llegar, los errores de la receta del día en la pizarra me horrorizaron. Procuré corregirla: agregué y quité tildes, eliminé adjetivos y, como la palabra “sal” me parecía muy solitaria, le agregué “del ácido cianhídrico”, que me surgió tal vez de algo que había leído en el taller anterior. Nadie me negará, Usía, que así quedaba mucho mejor. Sé que murieron todos, pero ¿cómo iba yo a saber que eso significa cianuro?
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