Fue ahí, cuando dejaste de pensar en el objetivo, despojándote de complejos. Cuando olvidaste compararte con los astros más luminosos y entendiste que ése no era el fin. Fue en el instante en que te libraste de tu rol de oficinista, de madre, novia, amiga y te pusiste en la piel, despellejada y expuesta a carne viva, de ese personaje que se apodera de vos y que clama por salir. Por los poros, como una gota de sudor incontenible, por la punta de tus dedos que no paran de escribir.
II concurso de microrrelatos El taller de escritura
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