A medida que los minutos pasaban mi corazón se paralizaba, mis pulmones se colapsaban, mi cuerpo entumecido frió se tornaba. En cuanto a ella, una nueva luz de esperanza nacía para su alma, su fe se restablecía, su lucha por fin terminaba; había ganado la contienda. Su amor enceguecido y su pureza se esparcía en aquel pavimento; aquel disparo había puesto fin a mi desmesurada frialdad y a mi falta de querer que en mi alma se encontraba, en ese momento supe, lo que se siente el amar.
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