En una habitación, lápices alados vuelan sobre cabezas enfermas de blasfemias. La creatividad comatosa y narcisista, asesinaron a Yakarta con chorreones de tinta que atravesaron sus ojos. Ella quiso desistir en su perturbarte soledad de escribir sobre la manigua de árboles caídos. La Muerte asedio todos los mares y almas plagadas de cáncer, los peces nadaron en otras aguas, en otros mundos, alimentándose de libros disociados que hoy cuentan historias en la memoria celular de los Atlantes.
II concurso de microrrelatos El taller de escritura
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