Sentado en la última silla, de la última fila, me sentía protegido. Mientras todos preguntaban, yo emborronaba mi cuaderno con ideas sueltas que no tenían ninguna coherencia. Estaba ausente en un mundo que me venía grande.
Carmen Amoraga, la autora invitada, nos leía el primer capítulo de su nuevo libro «La vida era eso», fue en ese momento, al terminar la última palabra, cuando sentí cómo se despertaba en mí la necesidad de escribir, de expresar lo que sentía, de ser todos y cada uno de mis yo.
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