Hasta hace muy poco, estuve escondido tras las rejas de la retórica, amalgamando un perfil de congruencia para con mi entorno, siendo mi más cruel desencanto, la ausencia vacía del entendimiento de mi vida. No podía más que seguir pidiendo por una redención que nunca llegaría, teniendo bajo mis pies la amargura de mi decepción, ante la mirada de mis personajes, que clamaban por ser liberados de la cárcel de mi mente.
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