Siempre había escrito de manera íntima, confortable e invisible hasta que alguien me regaló la asistencia a un Taller de Escritura. La idea me entusiasmó, a mi edad volver al cole era un honor.
Pronto quedé atrapada, allí descubrí un vicio desconocido para mí que ya no podré abandonar: la satisfacción de ser leída, analizada, criticada y elogiada.
Jamás volvería a ser la misma. Tal vez no fue tan buena idea despertar la fiera que se escondía aquí dentro.
Se acabó la paz.
II concurso de microrrelatos El taller de escritura
OPINIONES Y COMENTARIOS