—Y haremos poesía ─dijo el profesor:
—Palpen la música del sol.
—Escuchen el agua con sus manos.
—Vean el trinar de las aves.
—Huelan el susurro del viento.
— ¡Inviertan los sentidos!
—Inspiren el movimiento de las flores y exhalen pensamientos profundos, revestidos de hidalguía y dignidad. Para bendición de todos; como lo hace la naturaleza.
—El escritor le da la esencia, el alma a la poesía.
— ¿Y la gramática? ─pregunté.
—El instrumento adecuado también; pero, eso se los enseño yo.
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