Y aquí me encuentro, de nuevo en este taller de escritura, para ser testigo en esta historia sin fin. Mientas aquel sol muere lentamente, intentando ferozmente soportar ese sueño, ese sueño que toma cada vez mas de su brillo, y lo convierte en cenizas, cenizas que flotan y esperan, cenizas de las cuales, surge de nuevo aquella hermosa dama de piel blanca, y le dan la bienvenida. Si…, estas cenizas son la promesa de aquel sol moribundo, la promesa de volverla a ver…

-¡Rivera, pon atención!.

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