La madrugada era gélida en aquel maldito desierto.
La lona de su tienda apenas podía contener un frío que se calaba hasta lo más profundo de sus huesos.
Saltó del camastro y salió al exterior, notando como sus pies se hundían en la arena del oasis.
Nunca había percibido su belleza. Su vida siempre había sido lucha y muerte.
Esa noche sus ojos buscaron las estrellas. Eran tan hermosas. Mientras un escalofrío le recorría, sintió la certeza de que sería la última vez que las contemplaría …
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