Soy una cigarra.
Salto sobre las teclas. Para las tildes me ayuda un amigo.
Mi vida:
Estuve quince años chupándole los pies a un árbol. Salí, me quité el pijama y entonces escuché chillar a las otras cigarras. Alguien preguntó: ¿Por qué chilláis? Dijeron que porque querían follar.
«¡Folladme, folladme!», rogamos los machos en verano.
Yo no puedo chillar; mala naturaleza. Por eso aprendí a escribir. En el taller, todos muy amables.
Así que, si me lee alguna cigarra bonita:
¡Fóllame, fóllame!
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