Toc, toc, toc, como siga dando golpecitos con el bolígrafo le voy a decir alguna burrada, ni se imagina lo que me molesta el jodido soniquete.
Y encima ella, hoy, se ha sentado frente a mí, cada día está más guapa. Al final valdrá la pena haberme apuntado a este taller solo por haberla conocido. De hoy no pasa, luego la invito a un café, a ver si me atrevo de una vez a hablar con ella de algo que no sea literatura.
Tengo que centrarme que el tiempo vuela, voy a contar, vaya, ya está, quinientos.
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