El imaginario de los relatos de” La Condesa”. El humor negro del informático. Los jubilados con su prosa prolija y cuajada de adjetivos antepuestos. Las aves migratorias que huyen del invierno de la crítica en busca de la calidez envolvente de la aquiescencia y el aplauso.

Esa chica de aspecto tan normal y relatos demenciales sobre notarios travestis de pueblos de interior. Esa madre y ama de casa que grita su hartura al interior del armario.

Y las cañas al salir.

Espacio de vidas sinestésicas.

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