Era un día de esos que parece que el mundo va contra ti, y existes porque no te queda más remedio. Llovía, y eso no ayudaba en absoluto a mi estado anímico.
Miraba desde la ventana del coche como se resbalaban dulcemente las gotas por el cristal. Estaba absorta en mis pensamientos cuando de repente la conductora me sacó de mi estado meditativo preguntándome a qué me dedicaba. Se sorprendió mucho cuando le dije que estudio canto lirico en el conservatorio, porque quizás no aparento ser una estudiante elegante y con porte de cantante de ópera. Ella resulta que había terminado hacia un año el superior de piano y composición y buscaba alguien para cantar sus obras.
Nos reímos de la coincidencia, y de repente el trayecto parecía menos gris. Entre acordes imaginarios y anécdotas de recitales, sentí que, por primera vez en mucho tiempo, alguien entendía ese espacio peculiar en el que viven quienes persiguen la música.
A medida que avanzábamos por la carretera mojada, la conversación empezó a tomar otro ritmo. Me contó que siempre había soñado con crear una ópera completa, pero hasta ahora nunca había encontrado una voz que resonara con la idea que tenía en mente. Mientras ella hablaba, mis pensamientos se iban llenando de notas, de palabras, como si aquella charla fuese componiendo por sí misma el libreto de algo más grande.
—Podríamos intentarlo, ¿no? —me escuché decir, casi sin pensarlo.
Ella sonrió, mirándome de reojo, y noté en sus ojos un destello que nunca había visto en los de ningún otro músico. Me explicó que tenía una pieza en mente, algo sobre los amores imposibles en una época pasada. No pude evitar bromear, diciendo que mi vida encajaba perfectamente en esa temática.
La lluvia se había convertido en un goteo suave cuando llegamos a mi destino. Nos miramos unos segundos en silencio, y sentí que, por fin, ese día que parecía tan adverso me estaba regalando una oportunidad.
Nos intercambiamos los números y quedamos en empezar a trabajar en la ópera. Aquel viaje, que parecía condenado a la melancolía, terminó siendo el principio de un nuevo destino, de la Opera In Macchina.
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