Un viaje en buena compañía

Un viaje en buena compañía

Llegué unos minutos antes de lo acordado al lugar de encuentro indicado por el conductor en la aplicación. Siempre he viajado gracias a esta aplicación y no me gustaría que me pusieran una mala puntuación. Pocos minutos después llegó la persona con quien viajaría. Solos él y yo. Ni recuerdo su nombre. Él conduciría ya que no tengo carnet. Antes era Elena quien interactuaba con quienes viajábamos, pero hace unos días decidió cortar conmigo y en ese momento me sentía la persona más solitaria del planeta.

¡Un viaje para olvidar te hace falta! – me recomendaba mi hermana Laura cada vez que se cruzaba conmigo por casa.

Hola, me llamo Mario– me presenté y me hundí en el asiento del copiloto mirando por la ventanilla bajo mis gafas de sol, en silencio.

Hola – contestó el conductor con voz profunda y semblante serio. Y arrancó el coche.

Parece que entendió las señales al instante porque poco después de iniciar nuestro viaje encendió la radio buscando alguna emisora que nos pudiera gustar a los dos. Paró la búsqueda cuando comenzó a sonar música clásica y, entonces, volvió a saludarme, pero esta vez con una voz más fina. Sorprendido, le devolví el saludo y él comenzó a contarme su vida: se llamaba Lidia y tenía 26 años, llevaba desde pequeñita en el conservatorio de música y le gustaría tocar en un grupo de música, aunque realmente le daba vergüenza ponerse delante de público. No podía creérmelo, debía de ser una cámara oculta.

Continuó contándome su vida hasta que terminó la pieza, momento en el que decidió volver a cambiar de sintonía. Carraspeó levemente y me saludó de nuevo, esta vez de una forma totalmente distinta. ¿Cómo andás, ché, qué onda? – me dijo tras los primeros acordes de un tema de pop clásico.

Sin dejar terminar la canción apagó y volvió la voz profunda y el semblante serio.

Abre la guantera y saca unas pastillas que hay. Dame una, por favor – me dijo. Claramente tuve que hacerlo: mi estado de estupefacción no me permitía negarme. Se la pasé y se la tomó mientras que conducía.

Soy Juan y tengo un trastorno de personalidad múltiple. Creo que has conocido a Lidia y a Gastón, pero estamos seis más aquí dentro, ya los conocerás – me confesó sin inmutarse.

Así fue como comenzó el viaje más solitario de mi vida se convirtió en viaje en buena compañía.

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