Sintonía en BlaBlaCar, el musical

Sintonía en BlaBlaCar, el musical

Mireia Otín Ros

02/11/2024

David —4,7 estrellas, 11 comentarios positivos—, la ha recogido puntual en un Honda Civic Coupé 1.6 LS color cava. Al abrir la puerta no solo ha entrado Ana, sino también el olor del cigarro que se ha fumado en el punto de encuentro.

La figura del salpicadero que se parece a Elvis no tiene micrófono pero se mueve al ritmo de la canción que suena en la radio. No tardan en recoger a Jose, hombre de mediana edad un poco calvo. Antes de sentarse detrás, al lado de Ana, saca un cojín de la bolsa —para las almorranas— dice.

La luz del sol se refleja en el dorado desvaído del coche como si fuera una estrella que está perdiendo su fulgor. Ana tiene la sensación de que van a una velocidad imposible de medir. A la Cadena Dial le da por llenarse de interferencias, así que aprovecha para romper el hielo o el espacio-tiempo, según se mire. Coge la botella de agua a modo de micro y empieza a cantar: «Piensa en mí, cuaaaando sufras, cuaaaando llores», David se suma al final, «también piensa en mí». Se ríen y esperan la reacción de Jose, —muy graciosos pero no tengo varices, os habéis equivocado de anuncio—.

El coche vuelve a detenerse para recibir a Toni, un chico alto y delgado, lleva todo el volumen concentrado arriba en forma de pelo a lo afro. El blanco del collarín contrasta con su piel morena. Desde el asiento de copiloto explica que todavía va a rehabilitación por el accidente, pero lo hace con apenas un hilo de voz.

Parece que han vuelto a entrar en órbita porque en la radio suena David Bowie: «This is Ground Control to Major Tom».

—Ana, ¿esa camiseta que llevas es de los Lendakaris Muertos?—pregunta Toni alto y claro.

—Casi, el oso panda del logo está inspirado en ese grupo. Ya sabes, «te llaman oso panda» —canta antes de pasarle la botella micro a Toni.

Toni la coge sin saber muy bien, apunta hacia arriba con ella mientras exclama: «¡cómete el bambú!». Todos rompen a reír otra vez.

No hay nadie vestido de oso panda esperando en la ciudad destino, pero han llegado con la levedad de las risas y los pases de botella, olvidándose del collarín y las hemorroides. 

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