Junio de 2020.
Era mi primer viaje entre provincias tras aquel encierro que habíamos tenido por aquel maldito bicho.
Tras volver de Cádiz, con dirección a Jaén, paré en aquella calle de Sevilla, para poder ver a una amiga (aunque fuera con mascarilla) después de tantos meses.
Ya se me iba acabando el tiempo y tenía que ir despidiéndome, pues había puesto un viaje para poder costearme la gasolina, pues después de tanto tiempo encerrado, las ganas de ver a los amigos era proporcionalmente inverso a la cantidad de dinero en mi cuenta corriente.
La primera parada fue con un chico de mediana edad que con orgullo sacaba pecho de su cofradía (menos mal que yo de eso algo entendía, por aquel curso de imaginería que había dado en el grado de historia del arte).
La segunda parada fue ya saliendo de Sevilla, un profesor de unos 50 años y una chica de unos 20 y pocos años se presentaron preguntando si yo era el chico del blablacar.
– ¿Juanma? – me preguntaban con voz tímida, casi a la vez.
Yo asentí con la cabeza y bajándome del coche, les ayudé a colocar el equipaje en el maletero.
– Dejadme que acomode yo las maletas, que conozco mi coche y como os dije, el maletero es un poco pequeño – dije con una sonrisa que no era visible, pues llevábamos las mascarillas.
Al empezar el viaje, el profesor comentó que estaba en un pueblo de Córdoba dando clases y nos contó la experiencia que había tenido desde la suspensión de las clases.
El chico que le gustaba la Semana Santa argumentó con él que vaya encierro que habían tenido, que no habían podido disfrutar de su festividad favorita, pero el silencio inundó el vehículo por unos segundos cuando le preguntamos a la chica sus ocupaciones.
– Soy tanatopractora – dijo con voz tímida.
Nos contó todo lo que había vivido, que su formación fue unos meses antes de que llegara a España el virus y que el primer día de trabajo le tocó un día después del estado de alarma en marzo.
La conversación fue tan interesante que me pasé la salida de la autovía, mientras que aquel chico primero que recogí, ponía caras de estar incómodo.
Al llegar al destino, pude ver 2 valoraciones buenas y una muy mala, entonces lo entendí todo.
OPINIONES Y COMENTARIOS