Mi mejor amigo Joel hizo de indrive por unos meses, período en el que en ocasiones me iba a traer al trabajo y a la vez aprovechaba la ruta para ver si le salía algún cliente, una de las tantas veces, un par de jóvenes programadores abordaron el vehículo, saludaron al subir en el vehículo y respondimos el saludo, venían todavía eufóricos por una reunión de trabajo, él y yo solo nos quedamos viendo y nos pusimos a sonreír, el tráfico era pesado y estuvimos un largo tiempo atorados en aquellas largas hileras de vehículos, vimos como las luces del alambrado publico fueron encendiéndose paulatinamente mientas apenas se avanzaba pocos metros.
Mi amigo y yo no supimos en qué momento los muchachos habían guardado silencio, solo se escuchaba la suave música de la radio, cuando de repente, escuchamos un ruido fuerte en el vehículo, que nos hizo sobresaltar, luego volví a ver a mi amigo, aparte el rostro y me tapé la boca para evitar que se escuchara mi risa; uno de los muchachos estaba roncando muy profundamente y sonoramente, nos había asustado a todos, el amigo entre carcajadas lo despertó y le dijo: Mario no te duermas, ya asustaste a todos en el carro, cuando llegues a casa te acuestas de una vez, él medio se despertó y apenas logró articular un: si, sí.
A los pocos minutos y unos cuantos cabezazos más inicio de nuevo Mario a roncar plácidamente mientras abrazaba su mochila, el amigo ya no hizo intento de despertarlo nosotros apenas sonreímos y seguimos avanzando de a poco en aquel río de vehículos y sonidos de bocinas.
Al cabo de casi cuarenta minutos, el otro amigo debía bajarse, esta vez si despertó a Mario, habían compartido el costo del viaje, lo zarandeó para que quedara bien despierto y le entregó el dinero, nos lanzó una mirada de cuídenlo por favor, solo le sonreímos y respondimos las buenas noches, mientras Mario seguía en el vehículo con nosotros, esta vez había sacado su celular para no dormirse.
Finalmente al llegar a su destino se despidió alegremente y le respondimos de igual forma, Joel y yo nos volteamos a ver y él me dijo: ¡como ronca Mario!, no pude hacer otra cosa que ponerme a reír mientras él sonreía y ponía en marcha de nuevo el vehículo.
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