En mi casa la Semana Santa se vive en Cartagena: se cena ensaladilla y lomo embuchao, se vive la “Procesión del Silencio”, se canta “La Salve”, se abraza poco, se juzga a menudo, se quiere así.
Como soy una mujer muy adulta e independiente, este año viajé por mi cuenta, con mi coche nuevo, el jueves santo al salir de trabajar. A pesar de todo lo anterior o precisamente por eso, no suelo ir sobrada de pasta, por eso me aventuré a compartir coche en BlaBlaCar. Dos plazas reservadas, súper jóvenes, 21 y 24 años, mujer y hombre, todas noveles en esto de compartir coche.
La música fue el hilo conductor de nuestra interacción. Desde Spotify fueron desgranándose las conversaciones sobre gustos, aspiraciones, trabajo, familia, sexo.
Saúl describe con mimo su reciente ruptura, con mucha autocrítica y responsabilidad. Asume y extraña a partes iguales.
Maylin duda, pero confiada en el clima que hemos creado, explica su completa inexperiencia acerca de las relaciones afectivas y sexuales. No encuentra lugar para ellas en su realidad cotidiana, ni en sus planes futuros, traspasados por su precariedad laboral, su situación administrativa irregular y su negritud.
Saúl y yo sorprendidos, despiertos al disfrute y las ganas, coincidimos en que nos apasiona la adrenalina de conectar con alguien. Lo que para nosotros merece toda la energía son los morreos. Cómo nos excita unirnos a otra persona desde los labios. No existe una forma o tamaño adecuado para ellos, lo esencial es que blinden la entrada a la boca de quién te gusta y se abran para ti. Veo por el retrovisor como Maylin se relame, suspira y se ríe ante nuestras descripciones detalladas. En un momento dado propone muy certera: ¿os apetece un café? Y paramos.
Saúl, muy decidido, reclama algo del maletero, lo abro para él. Compruebo que está detrás, muy cerca, con su mano en mi cintura pregunta: ¿puedo? asiento y comienza a abrazarme mientras me besa el cuello. Maylin, está de frente, al mirarla a los ojos nuestra respiración se acompasa, la cojo de la mano, sonríe y cierra los ojos acercándose.
Acaricio su cara, la beso, con todo el cariño, la delicadeza y la pasión que conozco.
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