A Cecilia le dio un vuelco el corazón: buscando un viaje en coche compartido para su hija Susana se había topado con el viaje de Rafael, un maduro y simpático conductor con excelentes reseñas. Dicho viaje estaba reservado por un pasajero llamado Juan que, con unas facciones visiblemente maltratadas por el paso del tiempo y una mirada endiabladamente angelical, tenía un rostro maduro que resultaba inconfundible para Cecilia, a pesar del aspecto físico tan diferente que ella recordaba. La mujer quedó literalmente paralizada, ensimismada por unos instantes retrocediendo mentalmente un cuarto de siglo.
Un latigazo de adrenalina seguido de un repentino presentimiento positivo la sacó del bloqueo y corrió alborotada a consultar a su hija la posibilidad de contratar aquel viaje, a la par que comentaba con ella la singular anécdota de haber identificado al pasajero como un antiguo compañero de instituto. Entre sorprendida y expectante Susana aprobó la contratación de un viaje que sin ella saberlo le traería sorpresas.
Llegó el día acordado para el desplazamiento. Cecilia había confesado a su hija el deseo de saludar a Juan a través del teléfono antes de la llegada a destino, sin que él estuviera advertido de la historia. Susana no defraudó a su madre y la avisó de la inminente llegada. La llamada no se demoró y la joven ofreció al sorprendido Juan su móvil invitándole a contestar, a lo cual él accedió asombrado. Él se limitó a escuchar a la vez que empalidecía. Al cabo de unos segundos que parecieron eternos para los dos viajeros, y aún en silencio, él devolvió el teléfono a su dueña que alucinada escuchaba a su madre preguntar: ¿Qué tal ha ido el viaje con tu padre?
Un cuarto de siglo atrás Juan había sufrido ludopatía, adicción que le había hecho perder demasiado dinero, tanto como autoestima. Arruinado moral y económicamente se vio empujado a distanciarse de todas las formas posibles de sus seres queridos: su esposa Cecilia, su pequeña hija y el resto de la familia. Los detalles de la historia los compartirían ahora los protagonistas en privado y sin resentimiento. Finalmente, Susana cumplió el deseo de conocer a su padre biológico y la razón de su ausencia.
No siempre que viajamos avanzamos hacia el futuro, a veces regresamos a un pasado que nos cambia el presente. Decisiones equivocadas crean o amplían distancias afectivas y geográficas; BlaBlaCar las acorta o elimina.
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