Lo que traen las prisas de amar

Lo que traen las prisas de amar

melaniesierra

02/11/2024

No creía en el amor de pareja antes del viaje en BlaBlaCar Valencia-Tudela.

En pleno agosto, tenía un almuerzo familiar en Tudela que no me podía perder. se suponía que conocería a la familia de la chica que había robado mi corazón en Gran vía en semana santa de este año. Contaba con horas libres en su trabajo, yo con ganas de salir de closet. Me subí a un coche azul brillante de BlaBlaCar, esperando llegar a tiempo. Fue enconces cuando me topé a Pablo y Alex, amigos encantadores que se habían conocido en atletismo que ellos sí tenían planes de pasear en el viaje. Querían parar en cada pueblo para tomar algunas fotos y también para comer, lo que me hizo dudar si llegaría a tiempo. 
Empecé a sentirme ansiosa, como si fuese a ver cómo el cauce del río avanzaba haciendo estragos. Les expliqué mi situación a estos chicos, y en un acto de pura humanidad, se ofrecieron dirigirse directamente a Tudela para que pudiera llegar a tiempo. Fue un gesto tan noble que me conmovió profundamente.

Pero aquí viene el desafío: los cambios en el itinerario del coche requerían ajustes y cualquier retraso podía causar incomodidades. Decidimos abordar esto juntos cuando hicieron una parada para ir al baño. Les propuse a Pablo y Alex que los llevaría conmigo al restaurante en Tudela, si me acompañaban sin escalas. Era uno que conocía por fotos y juraba que la familia de Ella adoraba. Aceptaron emocionados, aún siendo que en Tudela, solo hay casas bajas y verduras de estación. 

Durante el resto del viaje, compartimos historias, risas como anticipación de un almuerzo acogedor. Pablo confesó tener un rollo con su compañero de piso y Alex acababa de dejarlo con su amor de toda la vida. El clima seco y lluvioso de Hondarribia los esperaba luego de su última recogida en Zaragoza. El punto es que llegamos a Tudela a tiempo.

Mi chica me recibió con los brazos abiertos y no fue necesario decirle demasiadas palabras a sus  padres explicando nada. Este pequeño reto de comunicar mi inquietud a unos recién desconocidos me enseñó y mucho. No solo evité tener que quejarme por retrasos, sino que también supe cómo la empatía y la comunicación pueden transformar un desafío en una oportunidad memorable. Lo bonito es que nos prometimos contar con el otro, creando a simple vista una amistad tal como defino a la vida, inconmensurable. Cuando peligra una valiosa razón que pondría en riesgo nuestra felicidad, solo queda confiar en la cara bondadosa, tolerante de los cambios.

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