—¡Tú no vas a ningún sitio!— decía mi padre mientras me intentaba castigar por alguno de mis constantes despistes. 42 años tengo. —¡Lo que tú digas, Fernando!— le contestaba yo, mientras reservaba un BlaBlaCar directo a San Sebastián para ir a ver a una amiga.
Desde siempre me han dicho que no prestaba atención a las cosas, aunque no estoy del todo de acuerdo.
Me levanté esa madrugada para emprender mi viaje. Eran muchas horas pero el chico que conducía parecía muy majo. Debía ir a visitar a alguien conocido allí, porque mucho acento del norte no tenía.
Empezamos a charlar y nos hicimos colegas. Me dijo que me fuera esa noche con él y sus amigos, que siempre salían a un pub del centro… ¡Qué guay tener tantos amigos en San Sebastián! ¿Cómo se habrían conocido?
Se nos hizo de día, pasamos por paisajes que me encantaron, por algún que otro cartel con nombres de pueblos que no conocía… Pero bueno, no me fijé bien en ninguno, tampoco le di importancia.
Por fin llegamos al destino, después de tantas horas. Nos bajamos del coche y de repente…
—¡Illo, no sabía que venías este finde!—, —¡Hombreeee Juanillo, por fin te vemos el pelo por tu casa!—, —¡Juaaaan, eres carajote, si hubieras avisado de que venías habríamos organizado una comida!—
¿Illo? ¿Carajote? No me sonaba muy euskera el ambiente…
En esto que escucho una frase que me deja congelada…
—¡Bienvenida a San Fernando!—
¿¿¿¿CÓMO QUE SAN FERNANDO???? Me acordé de la discusión con mi padre mientras reservaba el BlaBlaCar y escribía San Sebastián en el destino. Me acordé de que le dije “¡Lo que tú digas, Fernando!” mientras me intentaba concentrar para buscar los conductores disponibles. Me acordé de que siempre me han dicho que no prestaba atención a las cosas, aunque quizás sí que estoy un poco de acuerdo.
Comprobé en mis reservas de BlaBlaCar. Efectivamente, ahí estaba mi viaje: Juan, viaje hasta San Fernando (Cádiz).
Y así es como mi fin de semana se convirtió en una aventura. Sustituí los pintxos del País Vasco por las tortillas de camarones y una fiesta hasta el amanecer en el pub del centro de San Fernando.
Una aventura inolvidable que estuve recordando junto a mi amigo gaditano del BlaBlaCar durante todo el viaje de vuelta a Madrid.
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