La resaca era insoportable y ese olor a tabaco impregnado en la ropa resultaba nauseabundo, la parranda de ayer no tenía nada que ver con mi estado de ánimo, ni siquiera se atendió la llamada a Chanel.
-«Responde a mi llamada. Necesitamos hablar de lo que ocurrió ayer»-.
-¿Y qué demonios ocurrió ayer, según esta maldita loca?-.
Supuse que algo absurdo, pero en el bar de Lalo se dijo lo contrario.
-Al parecer abusaste de ella estando tomada- dijo un compañero
-Eso es absurdo, yo no me acuerdo-
-Pues por lo ebrio que estabas no es para menos, te separaste de nosotros y te saliste con ella como siempre haces, desapareciste por un buen rato y luego llegaste solo-.
¡Pues al diablo! Si no lo recuerdo entonces no lo voy a admitir.
El punto es que Chanel recordaba que había sucedido de esa manera y su suspicacia era evidente.
-¡Chanel, Chanelita de mi vida! No recuerdo nada, olvida eso y dame un beso, veamos una serie y luego salgamos al bar de Lalo por unos tragos-
-¡Que cinismo, Luis! ¡No tienes madre! Bien claro te dije que no quería y seguiste insistiendo hasta perder el juicio-
-Lo lamento, te soy sincero, voy a responder por cualquier cosa porque en verdad te amo-.
Todo lo acontecido se había olvidado, sin rencores, sin chismes ni habladas, una relación sin igual. ¡Dios mio! Por esta situación yo me quería colgar porque no tenía centavo alguno para responderle a Chanel, aunque las cosas no pasaron a mayor, siempre hay un lugar en ella reservado para este loco.
En el bar de Lalo se juntaron los chicos y las chicas, la musica sonaba bastante agradable, pero la monotonía de ese lugar era abrumadora, nada variable: Helen, Katia, Herlinda, Paco, Pedro y Frank: los mismos de siempre, el mismo whisky corriente.
-¡Vamonos a San Juan, a la Feria de San Juan!-
Frank condujo durante 40 minutos con el vidrio abajo y sin suéter, todavía tocado por los efectos de un porro, pero lo suficientemente consciente para conducir, no era mi problema el frío, pero el aguacero que cayó en El Montecito era algo más alarmante, la niebla era densa y los faros apenas alumbraban el asfalto.
Un venado pasó corriendo frente a nosotros y volcamos el auto para no golpearlo, no hubo heridas graves solamente un auto ruedas arriba.
-Contesta el teléfono, Chanel, ¡estoy empapado!-
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