Profesores, barro y exámenes sorpresa

Profesores, barro y exámenes sorpresa

Vir

22/10/2024

Habían hecho un trato con sus respectivos compañeros para compartir coche cada semana, debido a que el trayecto era largo y todos provenían del mismo sitio. Todos trabajaban en un pueblo a ciento treinta kilómetros de la ciudad: el de Lengua, el de Inglés, el de Plástica y la de Matemáticas.

En el coche del profesor de Inglés todo parecía nuevo y olía muy bien. Ponía música de los Beatles y se quejaba de algunos grupos conflictivos en el instituto, donde siempre había algún adolescente rebelde.

Habían recorrido la mitad del camino cuando el conductor se dio cuenta que habían tomado la ruta equivocada todo el tiempo. La profesora de Matemáticas empezó a agobiarse porque tenía clase a primera hora, el de Plástica intentaba calmar a todo el mundo, y el de Inglés sacó un mapa en papel diciendo que la tecnología solo había traído problemas. Mientras tanto, el de Lengua, medio dormido, solo deseaba darse la vuelta e irse a casa.

Decidieron seguir con el mapa, y después de pasar por caminos rurales donde los animales pastan, de algún que otro choque con alguna cabra (no intencionado, al menos de parte del coche), de pueblos con nombres de alimentos y de encuentros con personas locales que intentaban ayudar a los perdidos del coche, finalmente vieron el cartel de su destino: quince kilómetros. Todo el mundo se relajó, y en ese preciso momento, el coche se paró en seco.

La noche anterior había habido una tormenta, y los caminos por los que circulaban no estaban asfaltados, así que el coche quedó atascado en el lodo. La escena continuó con el de Inglés al volante, la de Matemáticas y el de Plástica empujando el coche desde el barro, y el de Lengua dormido en el asiento.

Cuando por fin lograron sacar el coche de esa situación, los profesores que habían empujado tenían barro hasta en la cabeza, y mientras uno se reía, la otra hacía amagos de querer matar a todo el que se atreviera a hablarle.

Llegaron a su destino justo a la hora en punto, ni más ni menos. Ese día, los alumnos que tenían Matemáticas a primera hora tuvieron un exámen sorpresa, el de Plástica aprovechó para trabajar con cerámica, el de Lengua siguió durmiendo en el despacho, y el de Inglés aprovechó las primeras horas libres para limpiar su coche nuevo.

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