Esto me pasa por no sacarme el carné a la primera -pensé, mientras esperaba en una gasolinera de Jerez, a las seis de la mañana.
Había reservado una plaza en una aplicación de viajes compartidos: trayecto Cádiz-Salamanca, principios de septiembre. Llevaba conmigo una maleta más grande que yo, llena de ropa y, sí, también nervios, ya que iba a empezar mi etapa universitaria.
El coche llegó puntual. Lo conducía un chico unos años mayor que yo, que bajó la ventanilla y me sonrió.
— ¡Buenos días! Natalia, ¿verdad? Yo soy Rafa, de Córdoba, y ella es Lucía, de Salamanca.
— Hola, buenas, sí — respondí, medio bostezando. No entendía cómo se podía tener tanta energía de buena mañana. Coloqué la maleta y me acomodé en el asiento trasero.
Lucía, que iba de copiloto, se giró hacia mí, con demasiado entusiasmo.
— ¡Hola! ¿Es la primera vez que vas a Salamanca?
— Sí, nunca he estado. Voy a estudiar — dije, abrochándome el cinturón.
— ¡Buah, te va a encantar! Es preciosa y tiene muchísimo ambiente. Además, justo ahora son las fiestas. Todo el mundo que viene a Salamanca no se quiere ir luego. Ya verás ya.
— Bueno, bueno, tú mucho dices, y bien que te has pasado el veranito en el sur — bromeó Rafa, sonriéndole.
Me avisaron de que recogíamos a otras tres personas. También estudiantes. Dos eran de medicina, uno de derecho y yo, de bellas artes. Todos igual de dormidos, reinaba el silencio.
Cuando de repente…
— ¡No puede ser! Lo que me faltaba — dijo una de las estudiantes de medicina, tecleando frenética en el móvil.
Todos despertamos del sueño, preguntándonos qué pasaba con la mirada. La chica llamaba por teléfono.
— ¡Mamá, no te lo vas a creer! ¡Me los he dejado!
¿Apuntes para recuperaciones? ¿Papeles importantes? ¿Libros?
— ¡Es que no sé cómo he podido dejarme los tuppers!
— ¿Cómo que te los has dejado? – preguntó Rafa, entre risas.
— ¡Pues eso! El puchero, los macarrones, las croquetas… ¡Las croquetas, tío!
No pudimos evitarlo y estallamos todos en carcajadas. Olvidarte los tuppers siendo universitario se puede considerar una tragedia en toda regla.
Pasamos del silencio a las risas, las anécdotas y los consejos de Rafa y Lucía, quienes se conocieron saliendo de fiesta por Salamanca (sí, eran pareja).
Y así empezó mi etapa universitaria, disfrutando de la compañía en ese viaje compartido.
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