El tráfico es lento; me encuentro atrapado en la avenida Caracas, una vía que recorre tanto el Norte como el Sur de Bogotá. Observo la fila de autos frente a mí y estimo que necesitaré bastante tiempo para arribar a mi destino. Un hombre se acerca, ofreciéndome sus servicios de limpiavidrios. Niego con la cabeza, reflexiono dos minutos y accedo a que limpie la parte frontal del auto. Lo hace; le ofrezco 500 pesos colombianos, que en realidad no aporta mucho a sus necesidades, pero es lo único en monedas de lo que dispongo. El hombre me contempla disgustado y se aleja. Más adelante aparece una mujer de la tercera edad que se encuentra ofreciendo bebidas energizantes. Me ofrece una, la rechazo; subo la ventana del auto. Continuo. Un hombre en una bicicleta con un atuendo improvisado de mago realiza una serie de malabares; luego se monta sobre una cuerda amarrada de un poste a otro, mantiene el equilibrio durante el tiempo que cambia el semáforo, se baja y pasa por cada auto recogiendo las monedas; una se desliza y rueda hasta una alcantarilla. La expresión de su rostro genera desconsuelo; no dispongo de más monedas. Esto significa que no puedo brindarle ayuda. Avanzo; me encuentro con un niño de unos ocho años que pasa repartiendo unos libritos que se llaman Nuevo Testamento. Lo rechazo debido a que tengo una gran colección en casa. Una mujer atraviesa la avenida de un extremo a otro con su carrito de dulces, mientras el ruido incesante del pitido de los autos le indica que debe moverse. La mujer se niega a avanzar, ya que consiguió una venta en el auto que está al frente. Me da impotencia por la necesidad de avanzar. Unos minutos después el tráfico se descongestiona, avanzo con mayor rapidez, llego al destino de mi pasajero, me observa con disgusto, debido a la tardanza de su viaje, me paga menos y cierra la puerta con brusquedad. Noto que se dirige a la entrada del Congreso. Parece ser que es alguien importante que hoy tuvo que guardar su auto. Bajo del auto, me dirijo a un restaurante donde encuentro un almuerzo económico, también llamado ‘corrientazo’. Veo en la televisión del establecimiento que se está aprobando un proyecto de ley en el Congreso. Está relacionado con la informalidad. Detallo que quien interviene en la perorata es el pasajero de hace un rato.
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