Era una tarde de otoño, cuando acababa de terminar los exámenes de septiembre en la universidad. Quería volver a casa para terminar de disfrutar del poquito verano que quedaba. Puse un BlaBlaCar, ya que en aquella precaria época, sufría mucho para poder poner gasolina. Pero bueno siempre me alegraba compartir viaje con otra gente.

Ya tenía una reserva de Guille, un pasajero habitual, conocido de mi pueblo, cuando el día de antes, una señora muy educada llamada Eudosia, me hablo para viajar juntos, y se disculpo por no tener mucho manejo de la aplicación. Le intente explicar como funcionaba y en seguida acordamos quedar para viajar juntos. Yo saldría desde Puerto Real, la recogería en Sevilla y la dejaría en Adahuesca, pueblecito de Huesca que estaría a 15 minutos del mío, Buera, otro pueblecito con muchísimo encanto.

La sorpresa vino cuando me pidió llevar con ella su mascota en su trasportín, presupuse que sería un perro o un gato, sin embargo, perplejo me quede cuando me dijo que era Mariano, su tortuga terrestre.

Ya una vez salimos, le comente a Guille si le importaba que viajara esta señora con una tortuga, y no le importó, una vez en ruta divagábamos de como sería tener una tortuga como mascota, pensaba en la típica mujer aburrida que vivía en la abundancia.

Cuando recogimos a Eudosia me di cuenta de que esta señora mayor era un terremoto, nos conto la historia completa de sus hijos, sus nietos y su etapa de vida trabajando como costurera y ama de casa. Fue una vida dura, que nos hizo reflexionar sobre el cambio generacional. Eudosia fue muy interesante y amable con nosotros, nos contó que tuvo que irse a trabajar a una edad muy temprana del pueblo, y que fue bastante duro para ella. También nos hablaba de sus aventuras con Mariano y como la había ayudado en el momento de enviudar. Se nos estaba pasando el viaje volando.

Cuando ya pasamos Zaragoza y llevábamos mas de la mitad camino, Eudosia insistió en parar, y yo sin dudarlo pare en la primera parada de servicio que vi, cuando paramos, le dije que tenía un baño justo enfrente, pero nos dejo atónitos a ambos cuando de repente nos dijo:

¡He parado para que Mariano se de un paseo!

Reímos juntos y nos sentamos viendo a Mariano disfrutar de su paseo, un viaje que nunca olvidare.

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