La moneda y la llave

La moneda y la llave

MIKEL HERVAS

19/10/2024

Recogí a Fermín en la gasolinera a la salida de la ciudad. Se sentó en el asiento del copiloto. Había sido muy sencillo quedar con él a través de la aplicación para compartir coche y resultó ser una persona muy simpática que me estuvo contando cosas sobre su trabajo – era arqueólogo – sobre su último viaje a Estambul y me enseño una foto de su perro en su teléfono móvil: un pastor alemán precioso llamado Dingo.

Al llegar al peaje de la autopista, rebusque en mi bolsillo y saque varias monedas. Pero una de ellas se me escurrió entre los dedos y cayó bajo mi asiento. Una de las grandes, de 1 o 2 euros.

-Luego la recojo – pensé.

Fermín y yo seguimos charlando animadamente la última media hora de viaje. Él también me preguntó por mi trabajo, pero yo le dije que era un tema muy aburrido. En la radio sonó Melendi y descubrimos que a ambos nos encantaba.

Poco después llegamos al lugar donde Fermín me había dicho que le dejase, ya hacía un rato que había oscurecido. Nos despedimos con un apretón de manos y prometió puntuarme con 5 estrellas. Que buen tipo Fermín.

Cuando se alejó y lo perdí de vista, me arrodillé y me asomé bajo el asiento. Encontré mi moneda de 2 euros y también algo que no esperaba: una llave. Y entonces supe lo que tenía que hacer.

Me acerqué a la parte trasera del vehículo y comprobé que efectivamente la llave encajaba en la cerradura. Ya no tendría que utilizar la palanca. Mire a mí alrededor, la calma era absoluta, nadie nos había seguido. Y entonces, al abrir las puertas del furgón blindado y contemplar los cerca de 3 millones de euros que contenía, pude respirar tranquilo y satisfecho de que todo había salido bien: había sido un robo perfecto.

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