“A Sevilla con Z”
Soy la palabra y vivo en un pequeño pueblo de la provincia de Palencia (con P).
El otro día, al pasar delante de la casa de Rita, oí vociferar a su nieto:
-En bla, bla, car, iremos a Sevilla, abuela.
“¿Bla, bla?”, eso me concierne, pensé, y de repente, me entró “un deseo irrefrenable” (soy la palabra…) de viajar al Sur y de perderme entre los vaivenes de las zetas, de las eses o de las haches aspiradas. Así que el día previsto por Zacarías, (también con Z), me subí al coche con ambos.
Al amanecer, el pueblo deambulaba entre la niebla y sus fantasmas y después de recorrer infinitas llanuras doradas donde una pierde el eco, el refugio y se disuelve entre la inmensidad, Zacarías detuvo su coche para recoger a alguien.
La abuela miró hacia el asiento de atrás e inmediatamente repitió el gesto, después, se irguió hierática amarrando el bolso con ambas manos.
Puede que Rita no hubiera visto nunca en persona a un hombre negro y le impresionó. Y cómo…Tanto, que no podía dejar de girar todo su cuerpo unos ciento ochenta grados.
El chico sonreía, pero empezó a sentirse incómodo, por eso, decidí actuar: me coloqué en el labio superior, sobre el bigotillo de Rita e, inmediatamente, inició el interrogatorio:
-¿Y tú de dónde has salido?
-¿Qué…?
-¡Abuelaaaa!
-Mi novia es de Salamanca
-Nosotros vamos a Sevilla ¿Verdad, abuela?
Esta miraba orgullosa la cresta platina de su nieto mientras afirmaba con la cabeza.
El chico negro desplegó una enorme sonrisa blanca que provocó una pequeña mueca a modo de reconciliación en la anciana.
Durante el trayecto, me fui posando en los labios de unos y de la otra, de forma que Rita fue bajando la guardia hasta acabar hundida en el asiento del copiloto con el bolso desparramado a sus pies.
-Pues ya estamos en Sevilla, anunció el nieto
-¿Eh? ¿En Sevilla…? Grité para mis adentros. Pero si este es el río Tormes…
Zacarías guiñó un ojo al senegalés.
-Tiene Alzheimer. Está demasiado cansada.
El chico la ayudó a salir del coche.
-Sevilla es tan guapa como tú
-¡Ay, ay! Lo he sido, hijo, lo he sido
Se la veía tan feliz, que hice un gran esfuerzo por recomponerme. Di un gran salto y me coloqué en su corazón.
-Gracias- susurró.
A veces me siento tan orgullosa de ser palabra …(También con P).
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