El plan que sale bien

Mi plan de año nuevo era sencillo: llegar un domingo a Madrid, España, rentar un coche el lunes y tomar ruta con dirección a Bilbao. En el camino pararía por diferentes pueblos o ciudades, reconocidas por sus vinos. No contaba con mi despiste de olvidar la licencia de conducir. Esto me llevo a utilizar una aplicación para compartir coche. Por un lado, pensé, al menos podría beber sin considerar esto un problema. Saliendo de Madrid, coincidí con este latinoamericano que había decidido quedarse en este país, que lo llevo a enamorarse de sí, de su vida y sus verdades, y a mi de disfrutar su compañía como su copiloto. 

Debo admitir, al principio tenía mis dudas; viajar con extraños en un coche ajeno, nunca va ser algo «natural» para una mujer. Pero este chico hizo el viaje ameno, agradable y no me arrepentí un segundo de tomar el viaje con él. Durante el trayecto a la ciudad de Logroño, compartió conmigo el entusiasmo de mirar los verdes que aparecían en algunas curvas, de imaginar historias al ver antiguas edificaciones, o imaginar la vida de los granjeros en los momentos más fríos. Compartió conmigo la alegría de las experiencias nuevas, sobre todo las culinarias, y me ofreció parar en el restaurante más hogareño y mejor valorado que pudiera encontrar de camino. Paramos en esta cabaña/restaurante, donde nos atendió una mujer mayor, que nos contó todo lo que sabía sobre el vino que sirvió, nos hizo reír con su sorpresa de saber que este par de extraños habían llegado allí esperando probar más de la aventura. 

Durante el camino, él y yo llegamos a tal nivel de confianza, que ahora dominaba la lista de canciones de acuerdo a la necesidad de contar el por qué de las letras. Cada canción se convertía en un por qué; la razón de que la letra hablara de cajones, de ventanas, de una ruta como la nuestra y como la música nos transportaba en este viaje y no nosotros a ella, como pensábamos. También hubo momentos de música «tonta», que no decía nada, sólo hacernos reír mientras el cantante decía cosas sin sentido. 

Luego de cambiar números en mi destino, antes de irse dijo: «Que la pasión de tus sueños sea como esta ruta, y te sorprenda, para bien o para mal, pero que nunca te deje de ilusionar». 

Ahora, alguna canción me llevará a esa ruta… con ilusión.