De Bossòst a Barcelona

De Bossòst a Barcelona

Lulpim

16/10/2024

¿Recuerdan aquel fatídico 1 de diciembre? Iba esquiando hacia mi sueño de explotación laboral en una cafetería en el medio de los Pirineos, cuando caí sin gracia y dolorosamente sobre Antigua Solei, a 300 metros de mi puesto de trabajo. Nunca llegué a conocer a mis compañeros, ni las vistas de la cafetería. Al enterarme que me había roto un hueso y un ligamento, volví a caer, esta vez en una depresión profunda, que, al cabo de unas semanas, se transformó en desesperación: necesitaba escapar de ese pueblo. Hui en un blablacar antes de navidad, junto a Rubén que iba de Bossòst a Barcelona.

Salimos a las 16:00, el asiento del acompañante estaba ocupado por un hombre barbudo, simpático, hablador. Empecé a sentirme somnolienta, hice un esfuerzo por escuchar los interesantes relatos de Granha. Era músico gallego y aventurero.

Contó su historia musicalizada con sus propias obras. Nos trasladó en un abrir y cerrar de ojos. Escuchamos Nereida y nos adentramos en las profundidades del mar.

Granha pidió parar a fumar. Nos bajamos del coche en la fría noche de diciembre. Lo vi desvanecerse y me acerqué a ayudarlo. Detrás suyo, surgió una luz azul resplandeciente. Quedé automáticamente hipnotizada, sin control de mi cuerpo. Una música in crescendo completó la escena. ¿De dónde provenía eso? Poseída, me adentré en el bosque, lleno de murmullos y risas a mi alrededor. El aire se puso… húmedo, salado. Pisé arena, miré hacia abajo, vi corales rojos, charcos de agua, mis pies avanzando incansablemente. La música sonaba cada vez más fuerte, parecía salir debajo del agua. La luz misteriosa se detuvo en la profundidad del bosque, iluminando, apenas, una estatua milenaria con forma de bestia marina. Vuelvo en mí misma y entro en pánico, ¿dónde estoy? Respiro buscando calma, siento branquias en mi cuello. Mi falta de oxígeno rozaba la locura, corro hacia la estatua, mi cuerpo entra en el agua. Alivio, dolor. La tenía tan cerca mío, que podía olerla, sangre metálica mezclada con agua salada. ¿Lo sientes?

Totalmente sumergida ya no logro distinguir nada y me desvanezco, en un grito ahogado de terror.

Escucho una voz armoniosa, reconfortante. Las diosas guardianas del mar me regresan a la vida. Abro los ojos y veo a Granha charlando con Rubén. La única forma de salvarse de una muerte salada en las profundidades del mar, es seguir la voz de las Nereidas.

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