Lo que necesitaba.

Lo que necesitaba.

Laura

15/10/2024

El traqueteo de las ruedas de mi maleta estaba empezando a crisparme, casi tanto como el hecho de que estuviera amaneciendo a mis espaldas. Me había tocado madrugar así que, por lo menos, me hubiese gustado poder ir disfrutando de los colores del cielo de camino al coche que me llevaría a mi nueva vida. De todas formas, en el cóctel de emociones que me revolvían el estómago esa mañana el sabor predominante era el de los nervios. No era la primera vez que usaba Blablacar y siempre había tenido buenas experiencias, pero aún así este viaje me ponía especialmente nerviosa porque era el viaje más largo que había hecho con una desconocida. 

Llegué, como siempre, demasiado pronto a la cita y, para mi sorpresa, el Audi negro estaba ya en el sitio de la quedada. Una mujer de unos 50 estaba trasteando en el maletero, me acerqué tímidamente y le pregunté si era Rebeca. La mujer me miro, asintiendo, con una sonrisa amable que le brillaba en los ojos. Sentí que la conocía de algo, la estudié mientras ella guardaba mi maleta en el espacio que acababa de liberar y los nervios se disiparon por completo. 

Rebeca y yo nos acomodamos en el coche, me dijo que tenía galletitas de chocolate en la guantera por si me apetecía alguna y arrancó. La primera canción que aquella conductora desconocida puso al iniciar la marcha fue, casualmente, mi canción favorita e inmediatamente después dijo ‘qué bonito está el cielo, ¿verdad?’ así que asentí con una sonrisa sincera. 

Fue exactamente en mitad del viaje, cuando llevábamos ya dos horas viajando y habíamos parado a tomar un café en una gasolinera en medio de la nada. Justo cuando tenía la boca llena de una carcajada enorme por una anécdota de Rebeca, me di cuenta de que se disolvía el miedo sobre empezar mi nuevo trabajo y estar lejos de mi gente. Esta mujer tan divertida y amable me estaba enseñando en ese viaje todo lo que yo necesitaba aprender en ese momento exacto de mi vida.

A veces, después de una buena experiencia, una desea haber podido tranquilizar a su yo del pasado y explicarle que todos esos nervios no eran necesarios. Ojalá haber podido decirme esa mañana con mi maleta arrastras y el amanecer tiñéndome la nuca que ese viaje con Rebeca era justo lo que necesitaba de camino a mi futuro.

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