Para llegar a tumbes debía viajar por auto una distancia de hora y media. Ya en el paradero levanté mi mano a una minivan de color negro. Luego de confirmar el punto de llegada con el conductor, subí.
En el fondo había disponibilidad, me senté y coloque mi cartera de tela sobre mis faldas. A mi derecha iba una señora amable, a mi izquierda una joven de ventas, entre otros.
Al cabo de unos minutos llamaron al celular de la señora de mi derecha: “hola, sí, dime Mary. ¡¿Queeee?! ¡¿Ya despertó?! ¿Salió del coma? Oh gracias al cielo, mi padre se recuperó” y así todos nos enteramos de que su familiar se había despertado de un coma. Cuando terminó su llamada. Yo movida más por impulso le dije: “felicidades, me alegro por tu padre.” “oh, sí yo también, esta era la tercera visita que le hacía porque vengo de Cerro pelado, pero gracias a Dios ya lo podré traer y cuidarlo en casa”.
La señorita de mi izquierda la cogió de la mano y le dijo “con fe todo es posible. Y para Dios no hay nada imposible.” “Sí, voy a coordinar con mis hermanos para ver si realizamos una misa de agradecimiento y de no ser posible; una ofrenda.”
“Sí, eso sería muy bueno”. Más allá, la señorita de mi izquierda se bajó y nos despidió con la mano y una sonrisa.
Casi una cuadra más adelante, luego de intercambiar nombres y móvil con la señora de mi derecha, subió un extranjero y se acomodó a mi izquierda. La señora que ahora yo sabía que se llamaba Dolores. Me miró con sorpresa, ya que el nuevo pasajero era blanco, ojos azul, en una palabra hermoso. Al ver que las dos nos le quedamos mirando nos interrogo: ¿Y ustedes como se llaman?… yo me llamo “Conchita” y mi amiga “Dolores” « ¿Dolo-Dolores? ¿Conchita? Jaja ja. Lo siento, es que se llama Dolores y tu Conchita. Ustedes tienen unos nombres algo graciosos.»
Al escuchar su sentencia, todos en el auto nos empezamos a reír. Ya cuando estábamos más calmados, y luego de habernos secado las lágrimas. ¿Y tú amigo, cuál es tu nombre? Casi todos en el auto a excepción del conductor volteamos a oírle. “Mi nombre es Chip.” ¿Chip? Y así te ríes de nuestros nombres.
Ese viaje fue uno de los más divertidos que pudimos compartir.
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