Volví a mirar el reloj una vez más. Suspiré molesto. Esa tal Marta no aparecía. Me daba rabia tener que irme sin ella pero no me quedaba otra opción, notaba cómo el resto de pasajeros me miraban con el ceño fruncido, con ganas de salir ya, esos diez minutos de cortesía se les estaban haciendo demasiado largos.
Estaba ya abriendo la puerta del piloto cuando por el rabillo del ojo ví correr por el parking a una chica desesperada mirando a todos los coches parados, sin tener muy claro hacia dónde dirigir sus zancadas. Me giré y le hice un gesto con la mano:
– ¿Eres Marta?
– Siiii, siiii ¡soy yo! ¿David? Lo siento muchísimo, de verdad lo siento, ahora os explico. – dijo entre jadeos, parecía muy apurada.
Dejamos rápido su equipaje en el maletero, subió en el asiento trasero con las otras personas que ya parecían un poco menos tensas y enseguida arranqué. Tenía la dirección preparada en el GPS desde hacía ya más de diez minutos.
Durante los primeros kilómetros en el coche reinaba un pesado silencio. Me estremecí. Odiaba cuando no fluían los pasajeros en el BlaBla. Supuse que como conductor me correspondía a mí romper ese ambiente:
– Bueno, ¿y qué os lleva a Valencia?
Unos segundos pasaron. Parecía que ninguno se animaba ser el primero en contar su vida a unos extraños, hasta que la tal Marta tomó la palabra:
– Oye, antes que nada, muchas gracias por esperarme a todos. Cuando os he visto no me lo creía. Estaba reponiéndome de la carrera.
– ¿Qué te ha pasado? – preguntó un chico que no había dicho esta boca es mía hasta ese momento.
– Pues la verdad es que he sido un poco gafe. Se me rompió el móvil ayer y no me enciende, no tuve tiempo de ir a que me lo repararan. Me he puesto la alarma en este reloj – dijo señalando un ridículo reloj de pulsera que parecía de juguete- y no me ha sonado. No he podido avisaros por el tema del móvil.
– Joe, ¡pues sí que has tenido suerte de encontrarnos!
– Bueno… la historia no se acaba ahí. Mi destino original no era Valencia, era Zaragoza… pero ha dado la casualidad de que tú esperabas una Marta y yo buscaba un David. Y aquí estoy, la vida me está llevando a Valencia.
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