Estabamos volviendo Maria y yo de nuestro viaje de verano de Portugal a España. Con el maletero a petar y más cosas en el asiento de atrás, así que sólo ofrecimos una plaza en Blablacar. Empezábamos el trayecto en medio de la nada, en el rural profundo de Portugal, lejos de las rutas más frecuentadas, y no tuvimos mucha esperanza de encontrar un pasajero.
De repente nos llega un mensaje: “Estamos en Guarda y necesitamos urgentemente llegar a Madrid. Sois nuestra única posibilidad de llegar, por favor llevadnos! Pero somos tres – cabemos?”
Claro que queremos ayudar… Pero el coche tan lleno… Respondemos: “Sí, podemos probar, pero no será muy cómodo. Llevais mucho equipaje?” – “Nos da igual, nos apretamos! Porfa, venid por nosotros!”
Dos horas más tarde paramos en Guarda y se nos presentan Luigi, Paolo y Giovanni, tres jovenes italianos con la sonrisa grande y tres mochilones aún mayores – de estos del tamaño de un niño de seis años! Y para el colmo: además llevan una jaula con un conejo vivo!!!
Nosotros dudamos, pero frente al entusiasmo italiano no hay marcha atrás: despejamos el asiento trasero apretando cosas en cada hueco del coche, nuestra guitarra tiene que ir en los pies de Maria, los chicos se sientan y los semi-enterramos debajo de sus mochilones, cada uno llevando la suya encima. Para el conejo, no nos queda otra: Maria se pone la jaula sobre las piernas.
Las cuatro horas hasta Madrid se nos pasan volando entre muchas risas, los chicos son brillantes entretenedores. Pero sobretodo nos cuentan su historia: como en el mercado de Oporto habían visto el conejo a venta; como preguntaron a la señora por qué lo vendía, y se asustaron al oír su respuesta: “Para comer!”; como el conejo les había mirado a los ojos y les había dado tanta pena que decidieron comprarlo para salvarlo de su destino culinário. Y que ahora tenían que llegar a Madrid para coger otro Blablacar, de 7 horas, con mochilones y conejo, a Barcelona, donde les esperaba el barco para volver a Italia el día siguiente.
Todavía diez años después recordamos este episódio sintiendo la ternura de los corazones de Luigi, Paolo y Giovanni con su invencible espiritu para entregarse a las dificultades del camino y trascenderlas con humildad, optimismo y humor.
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