Ella iba a asistir a una boda en Sevilla. Una amiga le había recomendado utilizar una aplicación en la que se compartía coche. Curiosa, se dio de alta y realizó una búsqueda junto a su amiga.
Entre muchos otros, se fijaron en él, motivadas por ser un chico con experiencia y excelentes opiniones.
Llegó el día de viajar. Con cierta incertidumbre y expectación, llegó al punto de recogida. Él la esperaba con sonrisa amable y ojos transparentes. Viajaba semanalmente a Sevilla, por lo que podría ser una opción para futuras ocasiones.
Durante las primeras horas de trayecto, la conversación fluyó con facilidad. Hablaban de sus sueños, sus gustos y sus lugares favoritos. Él se reía de sus anécdotas, y ella sentía complicidad entre ellos. Pero, en su mente, no había lugar para nada más que una amistad. El viaje de regreso, fue aún mejor.
Al llegar a Alicante, se despidieron con la promesa de verse de nuevo. Y así ocurrió. Quedaron en varias ocasiones e incluso volvieron a viajar juntos. Ella siempre se divertía y disfrutaba de su compañía, pero su corazón seguía en modo de amistad.
Hubo periodos de encuentros y viajes, pero también otros de distanciamiento casi absoluto. Durante sus encuentros, ella mantenía la distancia emocional mientras él, deseaba algo más. Cada vez que intentaba acercarse más, ella retrocedía. No obstante, eventualmente, ella se sentía deseada y dejaba que él se aproximara, pero con una barrera imaginaria que parecía infranqueable.
Tras otro viaje, mientras paseaban por el centro de Sevilla, una tormenta inesperada los sorprendió. Refugiados bajo el pequeño toldo de un comercio, con el sonido de la lluvia de fondo, sus miradas se encontraron y se besaron apasionadamente. La chispa que había estado apagada en el interior de ella comenzó a surgir con fuerza.
Ella empezó a buscarle, no sólo como amigo, sino como alguien que había llenado su vida de momentos especiales. En un atardecer dorado, en la orilla del Guadalquivir, ella tomó su mano y, con el corazón palpitante, le confesó que lo amaba. Él, sorprendido y emocionado, sonrió.
Un viaje buscado a través de una aplicación de la que ella no había oído hablar apenas unos días antes, se transformó en una historia de amistad y posteriormente, una auténtica relación de amor.
Se llama Mónica, y es la mujer con la que quiero compartir el viaje del resto de mi vida.
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