Partí con mi ajado a4 azul marino, adquirido a un hombre llamado Simeone, a quien al llegar España despojaron de su verdadero nombre ―Semen― y así evitarle burlas aseguradas. «Este coche cero problemas», me había asegurado. 318 kilómetros me separaban de unos días de paz. Páramo leonés-Sierra de Gredos.
Primera parada Bla-bla: Benavente. Se subió un joven locuaz. Conocía bien la zona y se ofreció a darme las indicaciones. Dos horas de entretenida conversación. A escasos kilómetros de Ávila, el coche empezó a toser y toser… Llegamos a trompicones a una gasolinera.
―Si no lo arreglas, vente de marcha con mis amigos, que son fiestas en Ávila ―dijo animado.
―¡Lo que me faltaba! ―suspiré entre risas.
Un rato más tarde apareció su madre y desaparecieron.
A las 14 horas llegó un simpático gruista.
―Te dejaré en un restaurante de un polígono cercano al garaje.
―Gracias. ¡Qué pena…! Me quedo sin descubrir Ávila…
―¡Eso lo arreglo yo, chavala! ―exclamó.
Minutos después, ahí andábamos mi cicerone y yo, subidos en la grúa, con mi coche a cuestas, recorriendo las calles medievales. Él iba tan entretenido es esa nueva faceta de guía que apenas miraba la carretera.
―¡Paraaaaaa! ―le grité. Un frenazo nos salvó de engullir a otro coche.
―¿Te imaginas! ¿Cómo explico yo a mi jefe que he estampado su grúa nueva paseando a una chica por Ávila?
Reímos sonoramente.
Después de comer me acerqué al garaje, «casualidades de la vida» el gerente era del mismo pequeño pueblo vizcaíno donde yo me había casado.
―Necesito días para reparar este motor.
―¡Si supieras el día que llevo…! ―Le conté con la calma que te da el saber que lo que te sobra en ese momento, sobre todo, es tiempo…
―¿Y después de todo no has perdido la sonrisa! ¡Qué mérito!
―Ya… ¿Cómo puedo llegar hoy hasta Gredos?
―¡Quizás estés de suerte! Hay un hombre que tiene que recoger su jeep. Tenía que haber venido esta semana, pero estaba en el concierto de Sting y viene hoy. Va muy cerca de donde tú vas… ¡Lo mismo te puede llevar!
Media hora después mi nuevo acompañante, un jubilado hippy andaluz lleno de historias, se convirtió en el tercer ángel que la vida puso ese día en mi camino.
Y sí, llegué a Gredos, sin coche, pero profundamente agradecida. Y cinco días después a casa, con mil euros menos.
Seguramente el coche añoraba a Semen…
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