–¿Y tú te has vacunado? ¿Eres consciente de que ahora mismo el gobierno puede
rastrearte y saber todo lo que haces en todo momento del día? –Dice el Peñazo mote que le
he puesto a nuestro conductor. Por suerte el diálogo no se dirige a mí, sino al copiloto, yo
puedo fingir sordera desde atrás.
Tímido intenta dar su opinión asertivamente –Lo hizo toda la familia para proteger a mi
abuela cente–. Tímido no puede acabar la frase porque Peñazo reanuda su retahíla bien
estudiada, bien aprendida de improperios contra el Presidente, y cuando parece que se ha
quedado a gusto, la emprende con su señora esposa –evidentemente me refiero a la
esposa del presidente, Dios no quiera que Peñazo tenga una, pobre señora, qué cruz–.
Tímido propone escuchar algo de música para salir del paso y evitar la conversación –Chico
listo–.
Peñazo a continuación saca un disco, ya que su Ford Fiesta del año catapúm no tiene ni
lector de USB, bueno, si lo tiene, pero está reventado. Estoy expectante, ¿Qué saldrá de
ahí? Todo un acierto por mi parte –Quiero decir que he predicho exactamente el mal gusto
de Peñazo, ha puesto un CD de la ruta del bakalao–. A todo volumen, claro que sí.
Peñazo: Esto es música de verdad, viva España, no esa mierda de reggaetón que solo
habla de mequetrefes (quiere decir meretrices), que vienen aquí y defraudan a hacienda
como la del furgolista este.
Tímido opta por callar –verdaderamente listo, no hay que darle palique a Peñazo, que con
su superpoder cuñado podría hacer que saltáramos del coche en marcha–.
Por fin llegamos al área de servicio en la que yo me detengo, gracias por el viaje, Peñazo
–Ya no recuerdo su nombre, pero tiene cara de llamarse Pepe Luis–, hasta luego, Tímido,
somos cómplices con una última mirada en la que noto todo tu pesar y tus ganas de ponerte
detrás, pero claro, no quieres ofender a Peñazo, te entiendo. Por ti le pondré dos estrellas a
Peñazo.
Esa misma noche, veo que se ha hecho viral en una red social la experiencia que alguien
ha tenido en un viaje de BlaBlaCar. ¡Peñazo se quejaba de haber tenido que trasportar a
dos maricones y la polémica ha estallado entre cuñadísimos y rojos! ¡Y lo peor era la
valoración que habían hecho! Yo no soy cuñao, pero…
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