Fragmento de..

Los pequeños relatos críticos de
Liduvina

Durante los desesperos que nos dejó el huracán María también observé protagonismos que demostraron la resiliencia boricua. En uno de mis vuelos vi a una mujer que se despertó quejándose de un calor de 180 grados prueba, según ella. Se bañó con un galón de agua recogido para el pasado huracán categoría nada porque a eso fue que llegó a pesar de los destrozos que dejó. Echó a la suerte el hambre que tenía porque les prometió a sus hijos no cagarse más en la madre de nadie ni de nada. Calladita y más bonita miraba los perros del vecino saborear sus croquetas. Eran las 4:00 a.m. y echó patas pa’l trabajo para llegar temprano y con un mínimo de sudor porque no había gasolina pal viaje en carro. Se aguantó porque, a pesar de los escoyos, amaba a su país. Pero de seguro, se enteró que las croquetas no tienen tanto sabor a beikon pero rompen dientes como pensaba. Prosiguió su camino murmurando para sus adentros: ¡¡¡Sea la madre del hambre!!!

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