No debería arriesgarme. Ni conversar ni facilitar datos que pudieran comprometerme, pero tengo que llegar a Barcelona a tiempo para el intercambio y se me ha averiado la furgoneta. Es medianoche. ¿Dónde encuentro quién pueda llevarme? Veo en la aplicación que Mateo sale a la una de la madrugada de Bilbao. Me viene bien. A las nueve es el encuentro. Solicito el viaje y me acepta inmediatamente. Dice que hará una parada en Pamplona para recoger otros dos viajeros. Voy en silencio. Calculo que llegaremos justos para mi cita. Además Mateo es más lento que un caracol.
—Adelanta, hombre —le digo. Frena ligeramente. Ni me mira ni me responde.
En Pamplona, una pareja se presenta. Él dice llamarse Gabriel. La cadena de oro al cuello lo delata, debe ser un delincuente, a mí no me la pega. Ella podría haberse fugado de su propia boda con este tipo. Se llama Lucía, se merece algo mejor que este imbécil. Tienen prisa. Solo traen una pequeña mochila.
—¿Es tuya esta mochila? Es idéntica que la mía. ¡Qué casualidad! ¿Dónde la compraste?
—A ti que te importa —respondo.
Tarda en montarse y está enredando con los cierres. Me bajo y lo aparto.
—Eso es mío, ni se te ocurra tocarlo.
Llegamos a Barcelona y Mateo sigue con su lentísima marcha y un mutismo reconcentrado. Además, afrontamos el tráfico de hora punta. Me fijo en que se le vence la cabeza. Le doy un meneo. Nos salimos de la vía y nos estrellamos contra un aparca bicis. Son las 8. No voy a llegar. Cojo mi mochila del maletero. Una de las bicis se ha soltado con el golpe. No me lo pienso, me monto y pedaleo como una loca. Llego a la cita justo a tiempo. Les doy la mochila y me dan un maletín. No dejo de pensar en Mateo y los otros. Me puede la mala conciencia. Regreso al lugar del accidente. Llega una ambulancia mientras la policía interroga a Gabriel. Mateo y Lucía, no encuentran explicación a lo sucedido. Los dos iban dormidos. No van a confesarlo. Detienen a Gabriel. Grita que es inocente y que en su mochila solo lleva chuches para los niños del refugio. Lucía y Mateo niegan conocerle. Sólo compartían coche. Aseguran que son pareja, que nadie más viajaba con ellos. Un agente descubre en la mochila las bolsitas. Me piro con la pasta.
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