Le estaba cogiendo el gusto a compartir coche, así iba más entretenida charlando y se le hacía el camino más corto, aunque no podía cantar como loca, pero conocía gente interesante.
Como como siempre últimamente, había anunciado su viaje a esa playa, su sitio de paz y reflexión. Necesitaba reflexionar. No le estaba yendo bien en el trabajo, no le estaba yendo bien en el amor . Afortunadamente de salud no estaba mal, menos mal. Pero se sentía un poco sin rumbo. Y se estaba acordando de ÉL. Cómo podía ser que, después de tantísimos años, más de veinte, siguiera acordándose de él.
Estaba terminando de preparar el poco equipaje que llevaba, al compartir coche había que reducir bultos, pero eso no era problema, no necesitaba mucho. Sólo había reservado una chica, las chicas solían llevar más equipaje que los hombres, pero tendría sitio de sobra.
De nuevo sus pensamientos se disparaban mientras cogía algunas cosas de comida y bajaba al garaje. Había intentado buscarle, no había podido borrarlo de su cabeza en todos éstos años, pero solo tenía un nombre, sin apellidos, y datos muy vagos. Y había pasado tanto tiempo, probablemente ya ni siquiera vivía en la misma ciudad. O si seguía viviendo allí estaría casado y con hijos, aunque eso no tenía la menor importancia. No es que quisiera tener una relación romántica con él veinte años después, solo saber cómo le iba y qué había sido de su vida. Y si él tb recordaba con el mismo cariño a aquella niña de 16 años con un vestido celeste y cara de asustada, con la quedó un par de veces después y a la que dejó una huella, al parecer, imborrable.
Ya iba de camino a recoger a la chica, su nombre le había llamado la atención: Daylenis. De Triana casi seguro que no era. Estaba esperando en el punto acordado. Se montó en el coche y empezaron a hablar. Era cubana. Como Él. Y ella, como siempre, recordó su romance fugaz de adolescencia con un chico cubano que luego desapareció sin dejar rastro.
– Se llamaba Asyn
– Asyn es mi primo- dijo Daylenis sorprendida – A veces me hablaba de una chica que conoció hace muchos años, decía que parecía un ángel con su pelo rubio y su vestido celeste. ¿No serías tú?
La miró, volvió a mirar la carretera, y sonrió.
Le había encontrado.
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