María y su hermano Álvaro salieron de Mérida hacía Bilbao a una exposición de arte. Llevaban un cuadro pintado años atrás por su abuela, una reliquia familiar con una gran historia que buscaban poder contar.
Para hacer más ameno tan largo viaje y ahorrar, decidieron compartir coche recogiendo en Cáceres a Lucía, casualmente una estudiante de arte que se dirigía a la exposición y Sergio, quien lamentándose de desentonar con aquel ambiente artístico, dijo dedicarse a la logística marítima.
– Nuestra abuela, gran aficionada a la pintura pero humilde en dar a conocer sus obras al mundo, pintó un cuadro muy emotivo después de perder al gran amor de su vida, nuestro abuelo, en él refleja un mar de sentimientos y grandes recuerdos de toda una vida juntos – comentó María – sin embargo, me aterra hablar en público y no se si estaré a la altura de honrar su memoria.
Lucía quedó sin palabras, con lágrimas en los ojos, deseando ver el cuadro.
– Las historias más sinceras, encuentran su camino de una forma u otra – añadió Sergio – no hacen falta grandes discursos.
Ya en la exposición, María subió al escenario frente a un auditorio abarrotado. El miedo escénico se apoderó de ella, las palabras se le atragantaron y solo pudo tartamudear algunas frases inconexas. Con lágrimas aflorando, bajó del escenario casi corriendo.
– Lo he arruinado – sollozó – nadie entenderá la historia de la abuela.
Lucía se acercó llena de alegría a felicitarles, María y Álvaro no podían creerlo, pero habían ganado el premio a la historia más conmovedora.
Más tarde, en el cóctel con el resto de ganadores y el jurado, María vio a Sergio y se acercó.
– ¿Sergio? – preguntó.
– Debo confesarte que no se nada de barcos, soy miembro del jurado pero sentí que no debía decirlo en el coche. La historia de tu abuela es excepcional y tuve que compartirla con mis compañeros. Aunque no pudiste expresarla hoy, a todos nos conmovió profundamente.
– Gracias por creer en mí y en el legado de mi abuela – agradeció María.
– El verdadero arte trasciende las palabras – añadió Sergio – tu abuela lo logró y nos has ayudado a sentirlo.
María comprendió que las conexiones genuinas pueden surgir en los lugares más inesperados, y que el amor y el arte siempre encuentran la forma de tocar los corazones.
OPINIONES Y COMENTARIOS