Victoria se disponía a empacar las cosas en la maleta azul llena de pegatinas de todos aquellos países en los que había estado. Se paró por un instante a observarlas cuando el sonido de unas patitas rascando la puerta desvió su atención.
Era Trufa. Victoria la miró y sonrió. Hacia tres meses que su anterior perrita había fallecido. Trufa nunca ocupó su lugar, pero sí que le devolvió las ganas de vivir. La cogió y la abrazó. La beso y la volvió a soltar. Agarró el teléfono y en la pantalla apareció una notificación de Bla Bla Car. Desde que murió Chispa, nunca volvió a compartir coche. De hecho, nunca cambio la descripción en la que decía: “siempre viajo acompañada de mi perrita Chispa”. Es más, se prometió no cambiarla. Quería recordarla siempre y sentir que, en cierto modo, la acompañaba como cuando aún estaba viva.
Esa notificación hizo que se replanteara publicar un anuncio. Dos horas después se encontraba de nuevo en su Peugeot gris con dos mujeres desconocidas y trufa rumbo a Málaga.
De copiloto Pepa de 67 años con más vitalidad que Victoria y Natalia juntas. Natalia tenía 23. Pepa, con el salero característico de la gente del sur, rompió el hielo preguntando a que se dedicaban cada una. Natalia era enfermera y Victoria era de todo y de nada…
Victoria andaba estancada, quería cambiar de trabajo porque la monotonía le mataba. Profesora de inglés, pero con un sueño por cumplir: ser azafata. Viajar le fascinaba, pero no se atrevía a dejar un trabajo “estable” y salir de la zona de confort. Así que escapa los fines de semana a Málaga para camuflar el deseo. Pepa que con 67 años tenía ya el pellejo curtido por los palos que había recibido en la vida, la miro fijamente y le dijo:
— Niña, con lo joven que eres deberías de buscar la felicidad y dejar de preocuparte por el futuro. Atrévete y se feliz. Y si tu felicidad está dentro de un avión tol’ día, ¿qué haces dentro de un coche?
— Mírame a mí, hace tres años no me habría imaginado en esta situación, pero tuve el coraje de coger las maletas y salir por la puerta de mi casa. Ya estaba harta de estar con una persona que no me valoraba y en un lugar donde no quería estar” —añadió sin esperar nada.
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