Llevan más de un año acompañándome personas desconocidas de un lugar a otro de mi quehacer diario. Es entretenido. Intercambiamos conversaciones banales y a veces no tanto profundizando en ideologías político-sociales “ttodo en la vida es política” me decía un acompañante venezolano), gustos musicales….
Hoy voy a recoger a María en un punto concertado por ambas en la plataforma Blablacar a las 17:15 y más tarde a las 17:30 a Juan en la puerta de la universidad de bellas artes y a Luisa en la parada de bus. Son las 17:20 y no veo ninguna mujer con las características que me he imaginado curioseando su edad en su perfil. De pronto se acerca a la ventanilla un hombre corpulento con una barba poblada y bien cuidada y unos labios rojos bien perfilados y me pregunta: eres Dora de Blablacar?. Algo perpleja pero sin demostrarlo pues soy (o eso creía) una persona moderna le contesto: María?, “si si, soy yo, encantada!!). “Igualmente, siéntate delante si quieres que tengo que recoger a 2 más”. El shock me ha durado 2 sg… si, tengo de rancia lo justo!
Fuimos hablando animadamente los 15 min que nos separaban de los otros pasajeros. María es bastante comedida y muy delicada en contraposición a su aspecto. Es adorable!.
Recogemos a Juan y a Luisa. Jóvenes, vitales, estudiantes, alegres. El con pelo largo y ella corto. Vestimenta desenfadada, cómoda, con mochilas y muy muy educados. Ambiente agradable en el vehículo.
María y yo seguimos charlando de nuestras vivencias con los animales y notamos como si el coche estuviese divido en dos mitades, la delantera que es como un saloncito y estuviésemos tomando el té de las 5 como 2 viejas amigas y la trasera… en un inicio silenciosa y con el paso del tiempo transformándose en un tinder en movimiento con las pertinentes preguntas como te llamas, de dónde eres, que estudias?, más tarde risotadas nerviosas y ambiente festivo.
María y yo nos miramos y susurramos: hicieron buenas migas los de atrás!.
Las migas “fermentaron” y entraron en ebullición y lo carnal nubló la sensatez que imperaba en el habitáculo. Enmudecimos y solo acertamos a poner caras de asombro y risitas cómplices.
Otro viaje más en mi vida en la de los demás.
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