Seat Seiscientos de color blanco, cuatro plazas, dos puertas, motor trasero, 95 km/hora de velocidad máxima, más siete o quizá ocho amigos y compañeros de una carrera que algunos finalizaríamos ese mismo año. ¿Nos lo pensamos? Ya sabes que no.

Al volante, la dueña, mi novia y yo, a su lado, y detrás, el resto. Ventanillas abiertas, canciones, risas y sol, mucho sol.

El trayecto fue corto. Desde la facultad hasta Moncloa, creo recordar. Un suspiro.

Después, la aventura acabó en un parque con un helado de melón, horroroso, que no he vuelto a probar.

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