Dicen que los mejores viajes son aquellos en los que no miras el reloj, dónde el tiempo pasa a un segundo plano y el presente es lo más importante del trayecto. Pero aquel viernes 31 de mayo de 2019, descubrí que no siempre sucede así.

Todo empezó con un mensaje de mi hermana, avisándome de que iba a dar a luz. Ella siempre ha sido una persona muy especial para mí desde que nací. Ha sido ejemplo, guía y apoyo cuando nadie estaba. Y lo que hemos vivido juntas, nos ha unido para siempre.

Aquella tarde estaba en clase del máster que me trajo hasta aquí, a la caótica pero adictiva ciudad de Madrid. Estaba a 500km de mi pueblo y de mi familia, pero ese mensaje me hizo sentir más lejos que nunca.

Así que no lo dudé ni un segundo. No iba a perderme por nada del mundo la llegada al mundo de esa pequeña “luz” que, aun viviendo a oscuras durante 9 meses, conseguía iluminar nuestros días de una forma mágica.

Fue gracias a BlaBlaCar por lo que pude encontrar en tiempo récord un viaje express, que me hiciera ahorrar esos minutos que parecían estar descontándose en mi cabeza.

Recuerdo que fue el trayecto más largo de toda mi vida, protagonizado por una mezcla de ilusión y nervios a partes iguales. Pero tras 5 horas, llegué al hospital por el motivo más bonito posible. Estar cerca de mi familia, de nuevo, pero como nunca.

Nuestras caras reflejaban un popurrí de emociones que no conseguíamos verbalizar, pero sabíamos que estábamos sintiendo lo mismo. Y lo más importante, juntos como siempre.

Tras esa espera interminable y silenciosa en la sala de espera, escuché gritar a mi hermana. Impactada, corrí hasta la puerta y me acerqué temblando. No conseguía escuchar nada, hasta que un inesperado llanto de bebé impactó directamente en mi oído y también en mi corazón. Fue un choque de realidad. Nuestra vida había cambiado para siempre.

Tuve la suerte de poder estar a tiempo, para archivar el recuerdo más feliz que tengo hasta hoy. Es complicado de explicar, pero verlas juntas me hizo entender de que está hecho el amor incondicional y eterno.

Y fue ahí cuando descubrí que los mejores viajes no tienen que ver con el tiempo, sino con lo especial y afortunada que te haga sentir el destino.

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