Todo me conduce a ti

Todo me conduce a ti

Hace frío, se ha dejado caer el invierno sin apenas darnos tiempo para acostumbrarnos. Después de dos días planeando el viaje, la veo. Cuando se sienta, y se quita la gorra, aparecen frente a mí unos ojos negros, brillantes y mágicos. Charlamos en un trayecto de no más de una hora, y al despedirnos me pregunta si me apetecería acompañarla a pasear por la ciudad. 

Vuelvo a verla, hablamos de galaxias, mil destinos a los que ir y sueños por cumplir. Intercambiamos nuestros números de teléfono y nos despedimos. 

A los días, y al contestar su llamada, me dice en un español divertido, que en un par de semanas acaban sus vacaciones y que quiere despedirse de mí paseando por las calles en las que días atrás hice de guía. Hablamos en una mezcla de inglés y español que no paraba de sacarnos sonrisas a ambos. En nosotros quedaron esas vistas preciosas de la Alhambra desde todos los miradores a los que nos asomamos. 

El tiempo se nos iba y casi a diario salíamos a hacer deporte, pasear o tomarnos algo, siempre buscando la vista perfecta, para después tomarnos la foto de recuerdo. Juntamos miles de ellas, y en todas se reflejaba buen rollo y cierta complicidad. -Pronto te vas-, le dije. -Sí, pero me llevo de recuerdo el brillo de tus ojos azules- me contestó. Y yo, que no me esperaba un piropo de su parte, acabé sonrojándome, mientras ella, divertida, me miraba riendo. 

No recuerdo en qué momento, acabamos paseando, juntos, de la mano. Y esa noche, las calles serpenteantes recorridas en busca de un lugar para tomarnos la penúltima foto, nos pusieron a ambos en el mirador de los Carvajales, uno de los más maravillosos de Granada. 

Entonces, huérfanos de turistas y solo acompañados por el relente típico de esa placeta cuando se va la tarde, pude sentir de lleno en mí su belleza asiática y la fuerza que imponían sus manos menudas sobre las mías, cuando antes de darnos el abrazo más cálido y el beso que los dos buscábamos me dijo que formáramos parte el uno del otro. 

Ese momento aún perdura, nos mantiene juntos y nos ha hecho viajar y compartir nuestra vida desde entonces. 

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